"Necesito un abrazo, ella me dijo,
y yo también...contesté"
Se paró el tiempo, la ciudad,
y nuestros labios, enmudecidos,
buscaban la palabra olvidada,
el gesto escondido, el abrazo.
Diez años tatuados en la piel
y huellas encendidas en los ojos
como instantáneas de un mundo
recién descubierto, como la luz
de una historia interrumpida.
El río ha seguido su curso, incansable,
las aceras y comercios, la gente,
la vida, inevitablemente nosotros…
y ha llovido en el alma,
helado en los pies y en la raiz de sus pasos,
imposible olvidar el calor de un sol
que quizá no fuera el nuestro
pero tan cercano
que nos mantuvo vivos.
Y ahora los dos, más gigantes que nunca,
centro de un mundo demasiado pequeño
como para no evitar el arañazo del recuerdo
hacemos de la tarde un siglo y del aire
todo un universo, tan nuestro como ayer.
Se paró el tiempo, el Parque,
y nuestros labios que, enmudecidos,
buscaban un abrazo.