Hablamos el mismo idioma,
hablamos de huir de este
invierno
y de ser enemigos de todo
lo que hiela
nuestro sofá, de las
ganas de cambiarnos
de piel y a veces hasta de
huesos,
hablamos de destinos al
azar del dedo
que detiene la bola del
mundo,
de fugas por carreteras
secundarias,
como el camino que
escogimos aquel día
-sin indicaciones y con
vistas a las nubes
que atraviesan los aviones
sin piedad-,
hablamos del miedo a vivir
-o volver a vivir-
a respirar y naufragar en
el mismo cuarto,
a girarnos al
lado equivocado de una cama,
del terror a las
despedidas o a decir un te quiero
cuando no quedan flores
por arrancar,
hablamos de salir a
rescatarnos,
de incendiar las calles
del extrarradio
y secuestrar la ternura de
todos los relojes,
hablamos el mismo idioma,
el de tu lengua en mi
lengua,
el de la revolución en tu
gesto,
el de tu mirada
encendida...