Un milagro
que nuestra
piel se rozara
con el primer
beso
cuando nos encontramos
al doblar la
esquina.
Un milagro
todos los que vinieron después,
en las
aceras, en los bares, en los coches,
en los
hoteles…
…en el alma.
Un milagro los
besos que esperan
en la
recámara de nuestro revólver
para dispararnos
a bocajarro
cuando
menos lo esperemos.
Un milagro,
entre 7.600
millones de seres humanos.
Un pequeño
milagro. Piénsalo así…