jueves, 28 de enero de 2010

.: Equilibrio :.

Si ayer te llamé
fue para mantener el equilibrio
de los días de vértigo
antes de apagar la luz de la mesilla de noche,

deshacer las sombras
que aún recorren el pasillo hasta el sofá
y descubrir que puedo contar hasta diez
sin tu matemática sencillez.

Pero ya no contestas cuando presientes
el fuego cruzado de la incógnita de las fechas,

la calidez de la palabra que acaricia tu oído.

Si hoy te llamo
será para desequilibrarme un poco más
sobre esta cuerda tan floja como los días
que caducan sin la sombra de tu voz.

jueves, 21 de enero de 2010

.: Lo que jamás he contado :.

Vine a Praga a romper esta canción
por motivos que no voy a explicarte,
a orillas del Moldava
las olas me empujaban
a dejarte por darte la razón.

Ay! Praga, Praga… Praga
donde el amor naufraga
en un acordeón.
Ay! Praga, darling, Praga
los condenados pagan
cara su salvación.

“Cristales de Bohemia” – Joaquín Sabina


vamos pa' ya con una canción:

Si ya no hay vuelta atrás
a veces sería mejor no cantar
lo que jamás he contado,
volver de cien viajes más
escapar del lado salvaje de la frase
Mon amour, ¿todo fue un engaño?.

A mis veintiocho de niño payaso
jugando a beber de tus dieciocho,
una niña bailando en el cielo
de mi infierno de fuego y de barro,
mujer de bandera
con los pies pisando mi tierra.

Orense no fue París, amor,
ni el Sil afluente del Sena,
pero, corazón,
a tu lado me hubiera quedado
debajo de nuestro carballo
…el final de un Robinson
antes de haber naufragado.

El destino se sentaba contigo y conmigo
y la noche dormía debajo de una tulipa
de la barra del bar Miudiño,
una isla donde desnudos
se apilaban cien libros,
dos vidas sin pulso, tres penas
y una canción del Urquijo.

Orense no fue París, amor,
ni el Sil afluente del Sena,
pero te juro, corazón,
a tu lado me hubiera quedado
debajo de nuestro carballo
…el final de un Robinson
antes de haber naufragado.

El destino nunca dormía contigo y conmigo
y era amigo de la cobardía y la tropelía
de las malditas despedidas…

malditas sean las despedidas…

Y a mis cuarenta
ya quisiera yo beber de tus treinta,
el principio de un Robinson
sin nombre, sin isla, sin corazón
después de haber, otra vez, naufragado,

todavía una niña,
por siempre mujer de bandera…

Pero a veces sería mejor no cantar
lo que nunca jamás he contado…

Orense no fue París, amor,
ni el Sil afluente del Sena,
pero te juro, corazón,
a tu lado me hubiera quedado
debajo de nuestro carballo
…el final de un Robinson
antes de haber naufragado.

martes, 19 de enero de 2010

.: Buscar :.

Si me he asomado a la ciudad
no pienses que fue para buscarte
sino para poner nombre a las calles
que dejaron de existir
después de aquel temblor,

para borrar del asfalto
la línea continua
que separó nuestros dos barrios.

No fue fácil ser un peatón
que busca el número equivocado
en una calle que cambió de nombre,

tampoco fue fácil aceptar el error
a ras de hierba de un mes de Agosto,

descubrir cada mañana
la mentira del discurso de esta capital,

ser uno más en la oficina
de objetos perdidos.

Si me asomo a la ciudad
no pienses que es para buscarte.
Hoy no es fácil ser el peatón
que ya no busca nada.

sábado, 9 de enero de 2010

.: Antes y después :.

Existe una línea artificial
que marca el compás del tiempo que nace
y de los períodos que caducan,
la inercia que hace exclamar a la hojarasca
cuando asoma el sol de invierno,
la que se esconde detrás de los párpados
cuando marchitan las flores de una pradera
fotografiada al anochecer.

Es el antes y el después,
inapelable como el diagnóstico del que se desprende
de viejas revistas que hablan de guerras sin vencedores,
la película impresa en la retina del anciano
que escucha las noticias en su radio,
lo cotidiano en una sobremesa en el mes de enero,
el vaso con el rastro del vino de antiguas cosechas.

Pero ayer y hoy se confunden,
cuando lo impersonal de esta ciudad
sigue siendo el tiempo
que trascurre entre nosotros dos.