Después de la lluvia, el sol y luego más lluvia y
el frío acechando y más tarde algún tenue rayo de sol. Así late mi pulso, y como el tiempo, aparezco y desaparezco,
saludo levemente o me escondo, me entusiasmo, bostezo, sonrío, me vuelvo a esconder…busco
su mirada magnética, la evito jugando con mi taza de café. Y ahora que todo parece
recortarse -el bienestar, los diez puntos- yo no puedo reducir esa distancia
que nos hace terriblemente desconocidos, cuando lo sencillo, lo natural, sería acercarse
y respirar mucho más cerca, como cuando sale el sol… como cuando llueve.