Te alejas
como las ciudades que perdimos
en aquel verano con vistas a la suerte.
Desobedece el recuerdo
y se repiten las palabras que no dijimos
ni fueron acuarela en nuestra piel,
y de nuevo te alejas,
con un septiembre pegado a tu pecho
y los ojos sin pintar.
La adolescencia inventa vidas
que se mantienen a través de los años
vistiendo la memoria de seda,
amarilleando las hojas escritas
con la rapidez de un amor sin himnos,
Créeme,
Créeme,
si no volví a las ciudades perdidas,
ni a llamar al timbre de los portales
fue por no hacer temblar el mundo
que nos hizo eternos.
No es tiempo de permanecer callados,
ni tiempo para canciones de humo,
solo espero que las distancias sean cortas,
como mis verdades a medias,
como esta lluvia que quema.
Es fácil derribar la pared que separa
dos habitaciones, lo difícil es respirar
el mismo aire.
Tal vez sea por lo que te alejas,
por no caer en el abismo de la costumbre.