Cuando las guerras terminaron
y las ciudades comenzaban su reconstrucción,
tú cumplías los treinta y ocho,
yo desabrochaba los botones de una blusa
y nosotros
soñábamos
con iniciar nuestra propia revolución.
Sólo faltaba otra tormenta
y el rayo que nos diera la vida.
Enrique Urquijo - "No digas que no" |