Siglo pasado, 1971, y
Louis Armstrong se despedía de nosotros y dejaba este mundo, su‘Wonderful World’, quedando
huérfanos el Jazz y el Blues de Nueva Orleans y de todo sumaravillosomundo (I hear babies crying /
I watch them grow / They'll learn much more than I'll ever know / and I think
to myself... / What a wonderful world ...Oigo a niños llorar / los veo crecer /
aprenderán mucho más que lo que yo nunca sabré / y pienso para mí.../ qué
mundo tan maravilloso). Pero como las notas de la trompeta de Louis
en Hot Five y Hot Seven llegaste tú, tan jazz, tan blues, a
este ‘Mundo Maravilloso’, en el mes en que el invierno nos castiga y
abriga y la luz se hace perezosa, en ese día de la semana donde la música y los
bares anuncian bailes, revoluciones y besos en los portales, mientras sonaba en
algún transistor el ‘Te quiero, te quiero´ de Nino Bravo o
el ‘Brown Sugar’ de sus Satánicas Majestades, 1971, cuando tú
y yo, quizá, ya nos habíamos conocido en otra vida, en otro mundo maravilloso.
Pero tuvo que pasar un siglo hasta verte cruzar aquella puerta, y el calendario
quedó marcado por esa mirada encendida y aquel pantalón negro ajustado, eterna
y galáctica, deslumbrante, vertiginosa, tan lejana como Casiopea, tan cercana
como un disparo a bocajarro, tan real como en una fotografía amarilla sonriendo radiante en una piscina...
Dime,¿dónde te habías metido hasta
entonces?
Y ahora, en un domingo tan
lunes, sueñas, y sueñas con viajes sin maletascansadas (‘Llévame
en una maleta, yo prometo no pesarte, tú procura no perderla’),
sin más destino que el azar del dedo que detiene el giro de la bola del mundo,
pero siempre respirando por alguna callejuela de Hyderabad o de algún pueblo
con mar una
noche después de un concierto,con
aviones que hacen de las nubes su escondite perfecto para hacer de la distancia
un abrazo, un arañazo, un sentimiento a flor de piel, y sueñas con
bicicletas que se hicieron para el verano pero que echaron a rodar una
primavera, o con ser como Clint Eastwood en el papel de Frank Morris enLa Fuga
de Alcatraz, y te imaginas en una foto besando, con los ojos cerrados,
a quien amas rodeada de cien millones de testigos sin importarte, como aquel
beso de la enfermera Greta Zimmer y el marinero George Mendonsa cuando la
guerra terminó y en la que todos perdimos.
Y vendrán canciones, vinos
y carcajadas en antiguas tabernas de Madrid, se parará el tráfico y el pulso se
acelerará, el corazón se reinVENtará, los pájaros se posarán en las manos y
secarán sus alas para volar más alto y más lejos, más libres, las plazas se
llenarán de banderolas y pancartas de bienvenida, el Universo seguirá
conspirando y, en el templete, la orquesta empezará a tocar...