Una mano en el bolsillo,
en la otra un cigarrillo
casi consumido,
de acompañante, mi sombra
-y siempre el olvido-
arrastrando pantalones
y pisando cordones
reincidentes tropezones
¿cuántos corazones acorazados rotos?
enfilo bares y canciones
doblando todas las esquinas…
hasta cruzarme
con tu mirada fija
sin pestañear
sin dudar
sin hablar
sin hablar
sólo tú
y tu mirada
ahí estaban tus ojos ,
desde siempre,
mucho antes que tu cara,
miradas
como filos de navaja
que se clavan en mi mente...
ahí estaban tus ojos,
desde siempre.
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