Levanto la mirada,
y a lo lejos,
tiembla de frío el muro de ladrillos
y un trozo infinito de cielo gris
lo acompaña en silencio.
tiembla de frío el muro de ladrillos
y un trozo infinito de cielo gris
lo acompaña en silencio.
Mientras que las gotas
disputan en veloz carrera
su lugar al final del cristal,
el aire amortigua
el ruido de la ciudad
y la luz blanca de esta pantalla
refleja el cansancio de mi cara…
y veo estas letras,
- ésto que ahora lees -
y mis pestañas
y mi nariz
y yo,
y, dentro,
siempre tu imagen,
siempre tu nombre...
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