viernes, 6 de febrero de 2009

.: Calle de Toledo 1976 :.



Otra canción... :)

Eran días
de paseos por Madrid
pisando el cielo de adoquines,
haciendo equilibrios en las marcas
que dejaron los tranvías

y era obligada la parada
en Caramelos Paco,
millones de colores en los ojos
de las palmas de mis manos

pantalones cortos, globos de chicle
peonza y dibujos animados,
y esa niña con coletas
confundiendo mi retina
cada sábado

y en la mesa del Diamante,
a través de sus cristales,
entre chocolate, churros y azúcar
y conversaciones de mayores
cada sábado se sonreían,
cada sábado se sonreían


la vida les sonreía...

Ahora algo más viejo
y cansado
hago equilibrios para no caer al tranvía,
para no resbalar
en los adoquines de la vida

y cada sábado, bajo un cielo de antenas,
aquella niña de coletas y su pareja
carro en mano pasean a sus gemelas

la vida les sonreía
la vida les sonreía

millones de colores
en el escaparate de Caramelos Paco
y esa mirada que confunde mi retina

y en la mesa del Diamante,
a través de sus cristales,
entre chocolate, churros y azúcar
y conversaciones de mayores
cada sábado se sonreían,
cada sábado se sonreían

Eran días de paseos
afilando todas las esquinas…

4 comentarios:

  1. Precioso Antonio, precioso estos recuerdos entrañables que se desgranan en los versos...Felicidades. Tino

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  2. Calle Toledo,

    He vivido varios años frente a esa tienda de Caramelos Paco, y me he emocionado increiblemente. Una época muy importante de mi vida. El poema es precioso y gracias por no olvidar con tus recuerdos esa tienda, también significa mucho para mi.
    Un abrazo
    Clarisa

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  3. Anónimo21:10

    Tu relación con la poesía como género marcha viento en popa, y subiendo.
    (Por cierto, ¿al final era género masculino o femenino?).

    Ya en serio, leyendo este poema se nota que eres de ciudad-ciudad. Aunque habrá recuerdos de infancia comunes, independientemente del lugar donde la hayamos vivido, estos versos de asfalto y cemento contrastan con mi propia experiencia y -por compararlo con otro niño de edad parecida- con la de mi hermano, que crecimos en un pueblo muy verde.
    Lo suyo era, llegada la primavera, ir a descubrir nidos y más nidos de pájaros, para semanas más tarde traerse algunos polluelos a casa e intentar criarlos.
    Yendo con él de paseo te admirabas, porque reconocía el sonido, huellas, pelaje o excrementos de cualquier tipo de animal: pájaros, lobos, zorros, jabalíes... Hacía cabañas en sitios apartados, entre la maleza. Por Navidad, se traía directamente del monte un pino para decorar. A la hora de la siesta, en verano, intentaba burlar el descanso impuesto por mamá escapándose a por juguetes al desván. Una de las pocas veces que me uní a sus correrías (y las de sus amigos), se le ocurrió asar mazorcas de maíz en el huerto del abuelo, ¡lo que se enfadó él cuando llegó!
    Ése era mi hermano, valiente, rebelde y gran amante de la naturaleza, al que hace ya casi 20 años que no veo, salvo cuando sale en la tele.
    C'est la vie.

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  4. Anónimo20:34

    Gracias Tino, Clarisa por vuestro paso por aqui..dais vida a esto!

    Gracias Carole, de nuevo, por dejar esos recuerdos de la infancia....a mi me tocó ciudad, pero siempre escapábamos con mis padres al campo...buen maestro tu hermano, ¿verdad? ;)

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