Hay días que no son días
y hay lunes carnívoros
de domingos sin hambre,
sin ganas de verme
ni de tocarte frente a un espejo,
hay días que no son lluvia
pero la tormenta acecha
en el techo del pasillo de un martes
mientras hablo contigo de paraísos
y de huidas,
de cómo abrir las cajas de cartón
de tu nuevo hogar.
Puede que éste no sea el mejor
de mis momentos, ni que los días
pacten con estas alas mojadas,
pero por las arterias
siguen fluyendo nuestros nombres
como coches perdidos en la ciudad.