Nada se hace más incierto
que una tormenta descargando
las palabras que nunca se dicen,
pude contar hasta mil rayos
perforando cada capítulo
de esta existencia,
y tú,
aguantando mi chaparrón,
mis manos frías, mis charcos
y todas las flores que arranqué,
salvándome, de nuevo, de esta riada
salvándome, de nuevo, de esta riada
de noches.