Sinuoso a través del tiempo
como lágrimas en la cara
de un amor eterno
nacido entre castaños y aldeas.
como lágrimas en la cara
de un amor eterno
nacido entre castaños y aldeas.
Sil, sendas de vértigo,
nudos y gargantas,
que dibujan, como antaño,
sus aguas aceleradas,
a veces, mansas y embalsadas,
que quieren morir en Os Peares
y mezclarse con el hervidero del Miño.
Antes, discurre traspasando siglos,
y su génesis esculpe mosaicos
de románicos verdes y ocres,
que escupen cauces a raudales
arañando corazones
en la balconada de un mirador.
Y en su Ribeira Sacra se fusionan
viñas y hostias consagradas,
carballos, lavandas y retamas,
mientras su alma, escarpada,
marca el odre de una gaita
y el olor a castaña asada
de los magostos.
El eco del Cañón y su agua
aún cantan aquella canción
de amores rotos.
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