Impuntuales se hacían los minutos
confundidos tras el rojo de tu abrigo
y el azul de tus ojos.
Impuntuales el deseo y las ganas,
y la pretensión de que mis dedos
puedan dormir contigo.
confundidos tras el rojo de tu abrigo
y el azul de tus ojos.
Impuntuales el deseo y las ganas,
y la pretensión de que mis dedos
puedan dormir contigo.
Una glorieta punto de inicio
para un viaje a lo desconocido
a lo vertiginoso de tus piernas,
a lo clandestino de tu lengua.
Cuatro son los caminos para llevarme a tus brazos,
y dos, las botas que pisan fuerte las derrotas.
y dos, las botas que pisan fuerte las derrotas.
Lo fugaz lo conviertes en eterno
mientras olvido las tristezas,
buscando con la mirada tus besos.
Y los encuentro,
No hay nadie más,
esta noche solos tú y yo.
Arrástrame a las calles cogido de tu mano.
...Probablemente,
mañana nos quememos en este fuego.
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