Una nueva ciudad para mi,
y bajo su lluvia se amontonan las prisas
cada una con su breve historia. Unas buscan
la humedad que limpie la huella de un error,
otras esquivan charcos y nuevos naufragios
y muchas otras mueren en el intento
por ganar el abrigo de una esquina sin nombre.
Y yo, que siempre vivo en la continua prisa,
hoy camino ajeno al pulso de las calles de esta ciudad,
y no me busco en su mar, ni en alguno de sus vinos,
ni en el calor de los botones de una blusa.
Es la soledad de un toldo en La Rambla Nova refugio
para esconder, por un rato, mi breve historia.
No para de llover en esta nueva ciudad.
Ya te hacias esperar, bandido. Me gusta esta nueva ciudad.
ResponderEliminarBeso grande, con cañas pendientes (muuuuuchas)