A la izquierda
-en el andén de enfrente-
viajeros que entran y salen del vagón,
algunos bostezan cansados,
otros -en cambio- llevan en la mirada
la urgencia de una noche de sábado.
En el otro andén
una pareja
se hace un selfie,
paran el tiempo
en el panel electrónico,
aceleran sus latidos,
aceleran sus latidos,
brillan sus ojos,
imaginan su futuro.
Parecen felices,
como estrenando
-por fin- la ciudad.
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