Ya lo presagiaban
las líneas heridas
de la palma de tus manos,
y a la vez lo anunciaban
los posos de aquel café
al salir cada domingo del hotel,
y las cartas que aquella tarde
te echaron, sin mirarte,
en una de las siete calles,
las líneas heridas
de la palma de tus manos,
y a la vez lo anunciaban
los posos de aquel café
al salir cada domingo del hotel,
y las cartas que aquella tarde
te echaron, sin mirarte,
en una de las siete calles,
ya lo presentía el viento,
que en puñales helados
detenía nuestro tiempo,
ya me prevenían
tus ojos rojos cansados
cuando al mirarme lloraban
pidiendo colirios de paz.
Te levantaste cogiendo tu bolso....
…y yo ya lo sabía
…y yo ya lo sabía
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