Domingo,
llegan fotografías de cielos soleados,
de arenas que entierran días de playa,
y promesas junto a las dunas,
llegan noticias con la brisa
que originas con tu caída de ojos,
con la forma de empuñar esa pistola
y encañonar dulcemente mis costillas.
(Me matas con solo respirar en mi nuca)
y llegas, al fin llegas,
tras una hilera de humanos aletargados
que solo piensan en lo inhumano de la oficina,
y los buenosdías sin alma ni cafeína,
y yo, te espero,
justo para verte sacar de las maletas
tu oxígeno, tu cansancio
y desdoblar las tardes que se diluyen
en los charcos que dejó la marea,
nunca una bienvenida alivió tanto...
Se hace tarde,
cierras tus párpados y la persiana,
y como botella con mensaje
lanzas tu beso de buenasnoches
que llega a mi lengua con un zumbido.
Duermes,
y el time-lapse de tus constelaciones
pasa ante mis ojos
y me destroza
con su brillo eterno.
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