No olvidé que nos debemos un amanecer.
No lo olvidé, no...
Podría decirte que arranqué la hoja del calendario
donde lo apuntamos junto a la cita del médico
y un verso de Extremoduro,
("no solo vivo del aire,
necesito tu alegría")
que perseguía el vuelo de las luciérnagas
y la noche se instaló en mis párpados,
que la luz del vagón tiritaba
y las estaciones se sucedían sin maleta ni descanso,
que dejamos los grifos abiertos y la casa a la deriva.
No lo olvidé:
nos debemos un amanecer,
ahora que septiembre nos nombra
y las rutinas no saben de milagros.
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