Volvimos a pulsar el tres,
casi rozando las nubes,
a un palmo de aquel mar
que en Julio nos entregaba caracolas
que en Julio nos entregaba caracolas
a cambio de un nuevo capítulo de nuestra historia.
Volvimos al oxígeno
y a la nicotina compartida,
al decirnos todo y nada en silencio,
a subir nuestra cumbre por su pared sur,
con pies de gato y catorce vidas.
Y quedó algo de nosotros,
entre esas paredes blancas
quizá un leve suspiro,
quizá el flash de la fotografía
de nuestros pulmones a pleno rendimiento,
quizá trece de nuestras vidas.
Y prometimos que vendrían días de gloria,
que habrá más cumbres por coronar
y mareas por estrenar,
que la vida es diente de león
que se mece hasta fundar una nueva ciudad...
Y nosotros tierra firme...
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