Nos miramos de frente
y se aloja la sed en los labios,
esa gota que colma el vaso de los futuros,
el tsunami que nos arrastra bar adentro,
el vapor que cocina el roce de nuestras rodillas.
Llueve fuera.
Y dentro, relámpagos en las miradas,
huracanes en la sangre,
a salvo del aguacero de cada lunes.
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