Desde mi balcón
observo a la gente caminando
por el paseo marítimo,
recuerda ese movimiento hipnótico
de las hormigas,
irregular y discontinuo
-tras su paréntesis vital en invierno-
con múltiples paradas y aceleraciones,
y que depende de los demás miembros
de la colonia.
Y es cuando pienso
que a algunos desafortunados
-irremediablemente-
serán pisoteados
y aplastados
y aplastados
por la vida
sin verlo venir.
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