Las ciudades viven de antenas
que traen noticias de otras ciudades,
una guerra, un nacimiento, un deseo,
tejados que fabrican vidas de vértigo
que no son las nuestras,
fachadas que son la cara deslucida
cuando truena el despertador
y deja de latir el neón,
abajo un árbol crece victorioso en el asfalto
dando el fruto de la indiferencia
y la ansiedad de las aceras,
y en las venas del viandante
ráfagas a bocajarro
sin receta,
sirenas y semáforos descontrolados,
cubos de basura que reciclan vidas,
navajas que brillan en las esquinas,
gatos que huyen de la incertidumbre
y la soledad.
La libertad de las antenas
traen noticias de otras ciudades
y entre estas cuatro paredes
el contestador ya no registra tu voz.
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