No leerás los mensajes que lanzo en botellas
al océano que separa los encuentros,
permanecen varados en el barro de los días.
Te cuento que sobreviví al paso de la tormenta…
pero ya zarparon las naves en busca de nuevas ciudades
huyendo del frío que precede a una ausencia,
y yo, como estatua de sal, me quedo anclado
en este puerto donde se detuvo la arena
de nuestro tiempo.
de vez en cuando sigo lanzando botellas
con tu nombre a este infinito océano
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